La cerveza artesanal no es un único estilo: existen decenas de variedades, cada una con aromas, sabores, colores y niveles de alcohol distintos. A grandes rasgos, se pueden dividir en dos grandes familias: ales y lagers, dependiendo de la fermentación de la levadura.
🔹 1. Ales (fermentación alta)
Se fermentan a temperaturas más cálidas (15–24 °C), lo que da como resultado cervezas más aromáticas y complejas. Dentro de esta familia encontramos:
- IPA (India Pale Ale): muy lupuladas, con aromas cítricos, frutales y amargos intensos.
- Pale Ale: balanceadas entre malta y lúpulo, fáciles de beber.
- Amber Ale: color ámbar, con notas a caramelo y toques tostados.
- Porter: oscuras, con sabores a chocolate, café y tostado suave.
- Stout: más intensas que la Porter, con cuerpo cremoso y notas a café, cacao y avena.
- Wheat Beer (cerveza de trigo): ligeras, refrescantes, con notas frutales y especiadas (ej. Witbier o Hefeweizen).
- Sour y Lambic: cervezas ácidas y refrescantes, a veces con frutas añadidas.
🔹 2. Lagers (fermentación baja)
Se fermentan a temperaturas frías (7–13 °C), lo que da como resultado cervezas más limpias, suaves y refrescantes. Algunos estilos comunes son:
- Pilsner: clara, ligera y con un amargor elegante.
- Helles: lager alemana suave, maltosa y muy bebible.
- Dunkel: lager oscura, con notas a pan tostado y caramelo.
- Bock / Doppelbock: más alcohólicas y maltosas, ideales para climas fríos.
🔹 3. Estilos especiales e innovadores
Una de las ventajas de la cerveza artesanal es la creatividad de los cerveceros, que experimentan con ingredientes poco comunes:
- Con frutas (mango, frambuesa, maracuyá).
- Con especias (canela, jengibre, coriandro).
- Con miel, cacao, café o incluso barricas de whisky y vino.